"La vida es una cosa demasiado importante como para hablar en serio de ella." Oscar Wilde (1854-1900), dramaturgo, novelista y poeta irlandés.
En Antofagasta ocurrió durante el año pasado, el accidente con más agravantes de la historia de nuestra ciudad, que por lo menos tenga yo memoria. Una chica de 17 años es atropellada por un chofer que iba en estado de ebriedad, arrastrada por 300 metros, mientras ella pedía auxilio, estando sobre el vehículo, el conductor realiza maniobras para votarla. Huyendo del lugar.
Esta historia la hemos escuchado muchas veces, corresponde al trágico accidente de Camila Verdejo, quien fue atropellada brutalmente por un chofer de nacionalidad peruana.
Este jueves se leyó el fallo de la justicia, resultado solo firmar, debe permanecer por 3 años en el país, no podrá manejar por un par de años, además de pagar una suma de 525.000 pesos en cómodas cuotas. Debido a no tener antecedentes la pena pasó a ser remitida.
Por otro lado, en Calama ese mismo día se realizó un juicio a dos personas que hicieron un robo con intimidación inferior al millón de pesos, estos dos jóvenes amenazaron a una persona con arma de fuego en horas de la madrugada.
Se encontró responsabilidad en los hechos a los jóvenes y fueron condenados por 5 años y un día, debido a que usando un arma de fuego, no se les concedió ningún beneficio.
Dos personas que asaltan para alimentar a su hogar, por las injusticias sociales que se viven en este país, que no ocasionaron ninguna muerte, sufren una condena mucho mayor ante un asesino.
¿Cuál es el verdadero valor de la vida?, sin duda vivimos en una sociedad consumista, donde todo se tranza por dinero, vemos como para justicia una pérdida de dinero es mucho más importante que una vida.
Para mí, una persona que maneja en estado de ebriedad, es lo mismo que amenazar a una persona con un arma, porque arriesga a todas las personas que en ese momento están en la vía pública.
Pero la culpa no es de la persona que cometió el atropello, sino de nuestros legisladores, que no se preocupan de hacer buenas leyes en este tema.
Por esto, increpo en este espacio a nuestros Senadores José Antonio Gómez, Carlos Canterio y a nuestros Diputados Manuel Rojas y Pedro Araya, a explicarnos porque sucede esto, que han hecho ellos para evitarlo.
De cuantas familias más, se tienen que reír para que se cambien las leyes, una historia que se repite con cada uno de mis amigos y compañeros que he perdido por irresponsables que consumen alcohol en el volante.